Melina Pogorelsky me invitó a compartir una tarde con los chicos del taller (por esta ventana pueden conocerlo). Y me llevé
una gratísima sorpresa. Habían trabajado sobre un texto mío y me leyeron
cuentos y poemas que habían escrito a partir de ese trabajo, hermosos
textos de miniescritores geniales. Después llegó la sorpresa, les había
llevado los minilibros que hago y alucinaron, los miraban con lupas, se
los pasaban, me preguntaban, reconocían textos y autores. Finalmente les
propuse que ellos armaran su propio minilibro, para lo cual les había
llevado algunas tiras de papel en diferentes colores y tapas. Claro que
mi intención era que después, en sus casas o en algún otro momento, los
escribieran, hasta tenía temor de que no se engancharan, porque eran muy
chiquitos los libros.
Y ahí la sorpresa me la llevé yo, y vaya sorpresa, no solamente armaron los minilibros sino que inmediatamente se pusieron a escribir en ellos, poemas, cuentos, con ilustraciones, tapas y contratapas decoradas, alguno con mecanismo de solapas, otro doble de dos colores diferentes y hasta un álbum de figuritas del mundial 2099. Esos chicos son unos genios y yo me volví a casa con el corazón lleno de felicidad y las ovejitas que se me habían perdido en el cuento. Gracias Melina por la invitación.
Por aquí la entrada que publicaron en su blog acerca de mi visita.
Y ahí la sorpresa me la llevé yo, y vaya sorpresa, no solamente armaron los minilibros sino que inmediatamente se pusieron a escribir en ellos, poemas, cuentos, con ilustraciones, tapas y contratapas decoradas, alguno con mecanismo de solapas, otro doble de dos colores diferentes y hasta un álbum de figuritas del mundial 2099. Esos chicos son unos genios y yo me volví a casa con el corazón lleno de felicidad y las ovejitas que se me habían perdido en el cuento. Gracias Melina por la invitación.
Por aquí la entrada que publicaron en su blog acerca de mi visita.
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